Esta reflexión la compartí con las mujeres de mi iglesia, pero es para cada uno como hijos de Dios.
Basado en Jeremías 18:1-9
Jeremías en un momento de oración Dios le dice que vaya a la casa del alfarero.
¿Cómo es el proceso, hasta que se forme la vasija?
Primero se va en busca de tierra, se le echa agua para su limpieza, se le va echando para ir limpiándolo, lo mas grueso: palos, cascotes, piedras algún escombro, luego lo mas fino, va pasando por distintas zarandas, hasta que queda un barro muy fino, luego hay que amasarlo con golpes hasta que toma una contextura homogénea, suave, lisa fácil de moldear, ahora el alfarero le da la forma de jarrón, con sus manos sobre el y con la rueda, lo va haciendo bello, le hace adornos, pero aun no está listo, falta el horno, muy recalentado por cierto. Ay en el horno, si el jarrón pudiese gritar!
Pero cuando sale del horno sale fuerte ya listo para ser llenado con agua para ser utilizado.
En el primer paso Dios te limpia de gruesos pecados, aun así no estamos listas, Dios quiere limpiarte de lo más fino: cosas ocultas, arraigadas, cosas que arrastras del mundo.
En el tiempo del amasado podemos llegar a decir “pero si ya estoy limpia” pero sus manos en nuestra vida son para lograr una vida íntegra, pero aun no estamos listas.
Ahora es el momento que el Señor quiere dar un aspecto a nuestra vida, quiere hermosearnos, dando una forma a nuestra vida, pero aun no estamos listas, necesitamos el horno de Dios, ahora si pasando por el fuego, un firme jarrón, para ser llenada de agua para dar de beber y cumplir la función como tal.
Yo no se en que proceso estás pero lo importante es que no te quejes contra Él, sino saberte en las manos del Alfarero, qué se ocupa de vos, trabajando con su Palabra sobre tu vida, y con su voluntad sobre ti, con el objetivo de que seas un vaso limpio conteniendo agua para saciar la sed de muchos.
Silvina
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