En la actualidad se escuchan distintas opiniones acerca de lo que una mujer debe o debería ser. El mundo está bajo la influencia de una filosofía feminista, la cual se ha infiltrado en la comunidad cristiana en estos últimos años, y lo único que ha provocado es rivalidad entre hombres y mujeres, lo que, a su vez, trae división. ¿Por qué afanarnos en ser iguales si Dios nos hizo diferentes?
tenemos que ver estas diferencias desde el punto de vista de Dios. En la Biblia dice en 1 Corintios 1:11-12, "… pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón: Porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer, pero todo procede de Dios." Aquí podemos entender que ni uno es más, ni el otro es menos: sólo que en cuanto a nuestra forma de pensar, de sentir, y de ser, somos muy distintos; por lo tanto Dios tiene propósitos específicos para cada uno de nosotros.
Él desea que nos desarrollemos como mujeres. No desea que haya rivalidad entre los dos sexos, sino que aprendamos a convivir y a complementarnos.
Entendiendo cuál es el propósito por el cual nos diseño así. El compararnos o querer hacer lo que el otro sexo hace ha sido un error, ya que tenemos funciones diferentes. Y aunque a través del tiempo la sociedad ha manejado que la mujer es menos, como cristianos tenemos que cambiar esos moldes, sabiendo que Dios nos hizo a ambos, y nos valora igual.
Parte del plan de Dios para nosotras las mujeres es que El desea usarnos como instrumento para esparcir su amor a los demás, por eso nos hizo tiernas, sensibles, románticas, soñadoras, etc. para amar a cada persona que nos rodea y, en su tiempo, claro, también a un hombre. Nosotras podemos cambiar el ambiente en nuestro hogar o del sitio donde estamos si nuestra actitud es de amor.
Los hombres quieren que las mujeres no pierdan su feminidad, ni esa "chispa" que el creador ha puesto en nosotras. Y si aprendemos a tomar el lugar que nos corresponde, y hacemos lo que Dios con tanto cuidado y delicadeza planeó, será más fácil también que los hombres tomen su lugar. ¿No es cierto que cada una de nosotras desea ver "verdaderos hombres de Dios en acción?” Pues por eso debemos empezar nosotras, siendo verdaderas mujeres de Dios.
Él desea que seamos dóciles, pero dignas, y con carácter, mujeres que saben quedarse calladas, pero también hablar cuando es necesario; que saben someterse a la autoridad sin cuestionarla, pero pueden desenvolverse eficientemente en cualquier situación.
¿No te parece que Dios nos ha dado un don precioso al permitirnos ser mujeres? Aprendamos a usarlo en beneficio de los demás, esto traerá consigo la gloria de Dios también.