Vincularnos es tomarnos el trabajo de saber cómo es el otro. Por el
contrario, la pereza es una actitud propia de nuestra sociedad
posmoderna que atenta en el desarrollo de las relaciones
interpersonales. ¿La pereza de qué? La pereza de saber quién es el
otro. La pereza del compromiso necesario para establecer una base de
confianza.
El gran problema actual
es no saber vincularse, es el miedo a vincularse, porque es el miedo al
compromiso, compromiso a crecer, compromiso a darse cuenta de nuestros
propios errores, el compromiso de tener que pedir perdón, el compromiso
de tener que realizar los cambios necesarios, el compromiso de ser más
que de aparentar o tener. Hoy asistimos a un nuevo tipo de fobia: fobia
a la intimidad.
Confianza proviene del latín,
confido, que significa “esperanza en la
buena fe de alguien”. Cuando en un vínculo o un entramado de vínculos,
las personas actúan responsablemente (se hacen cargo de sus propias
culpas, de sus propias acciones y de lo que generan sus conductas), se
construye entre las mismas una red de confianza.
“No hagas planes perversos contra el que vive confiado en ti” Prov.3.29El amor, al igual que la confianza, es una construcción. Necesita del
otro o de otros que estén involucrados en un vínculo -de pareja, de
familia, de fraternidad, de trabajo, social, eclesial- etc).
“Por
la mañana hazme saber tu amor, porque en ti he puesto mi confianza.
Hazme saber cuál debe ser mi conducta, porque a ti dirijo mis anhelos” Sal.143.8 El salmista menciona que no puede haber amor sin confianza y a la misma
vez, la confianza es esencial en la construcción del amor. En la
perspectiva bíblica la confianza es una forma de amar responsablemente.
“Mientras estaban a la mesa, cenando, Jesús les dijo: –Os aseguro que
uno de vosotros, que está comiendo conmigo, me va a traicionar”.
Mc.14.18
Pastor José Nuñez
La iglesia local crece al amparo de la confianza de los unos con los otros.