Dios y Haití

"Navegando" por Internet me encontré con esta interesante reflexión. La comparto para que ustedes puedan hacer sus aportes.

Cuando pasan desastres como el ocurrido en Haití, son muchos los que
se preguntan: ¿Cómo es que si Dios existe permita desastres como éstos
en un pueblo tan pobre como Haití?

El problema estriba, nos parece, en las enseñanzas religiosas acerca
de Dios que hemos recibido desde nuestra infancia y en las injusticias
internacionales, no en Dios en sí mismo. Las enseñanzas religiosas que
hemos internalizado nos dicen que Dios hace milagros, es todopoderoso…
pero olvidan con mucha frecuencia que Dios es trascendente. Es decir,
que Dios “trasciende” nuestra capacidad de conocimiento, no cabe en
nuestra mente, no podemos entenderlo completamente, porque no está a
nuestro alcance. Sólo podemos los cristianos saber algo significativo
de Dios por medio de Jesús de Nazaret, pero no podemos saber cómo es

Dios en sí mismo. Dios siempre es mayor que nuestra inteligencia,
porque si pudiéramos saber cómo Él es, no sería Dios. La creencia en
Dios es un asunto de fe y no se puede demostrar su existencia por la
razón y mucho menos por la ciencia. Dios existe independiente del
mundo, los seres humanos y de los desastres naturales.

En cuanto a los desastres naturales, lo más que podemos decir es que
el mundo, la Tierra y la naturaleza son tal como son. Nadie, ni las
religiones ni la ciencia tienen una respuesta del todo convincente. La
ciencia, según la teoría más aceptada, puede describir las fallas
tectónicas en los océanos, trazar rutas vulnerables a terremotos y
predecir las probabilidades de un eventual y posible terremoto y más
nada, por el momento. Pero en este asunto como en tantos otros dudamos
que en el futuro la ciencia y las religiones tengan una explicación del
todo satisfactoria para todo el mundo sobre el por qué, en su sentido
más profundo, ocurren los desastres naturales.

En vez de rompernos la cabeza pensando en “por qué” Dios permite
todo esto (lo cual consideramos una pérdida de tiempo), quizás lo mejor
que podemos hacer como sugiere el teólogo español José Ma. Castillo, es
luchar por la justicia, crear las condiciones previas para aliviar,
prevenir el sufrimiento y la pobreza en el mundo, antes que cualquier
catástrofe de la naturaleza pueda ocurrir y ser solidarios con los
pobres antes y después de un desastre. Aunque los desastres naturales
afectan a todos por igual, se sienten casi siempre más sus efectos
entre los pobres que perdieron sus casas muy frágiles, que no tienen
pasajes aéreos para salir corriendo del país, no tienen guardias
privados de seguridad que les cuiden sus pequeñas pertenencias frente a
los saqueos, no tienen muchos doctores que cuiden de sus heridas y que
tienen por cementerio sus calles. No disponen de una batería de
psicólogos y psiquiatras que los acompañen en sus traumas después de la
tragedia como está ocurriendo en Haití.

Prueba de esto es el barrio rico y moderno de Pétion Ville, en
Puerto Príncipe, apenas ha sufrido daños. En gran parte los pobres
sufren generalmente más los efectos devastadores de los desastres
naturales en el planeta debido a las injusticias internacionales, las
enseñanzas religiosas que sin cuestionar hemos aceptado. No es debido a
una maldición o pacto con el diablo, no es causa de que practiquen el
vudú los haitianos, ni la responsabilidad de Dios o su existencia.

Por Roberto Torres Collazo